Las Escrituras utilizan las plantas como metáforas del crecimiento espiritual.
Enseñan acerca de sembrar y nutrir una semilla en nuestro corazón.
Jesucristo, por ejemplo, comparó las semillas con la palabra de Dios.
Si eres nuevo en esto de las plantas, escoge una de tu zona que sea fácil de cuidar. (Piensa en cactus, suculentas, helechos o plantas cinta, etc.). Luego piensa en estas conexiones espirituales mientras la cuidas cada día:
Conexión: ¿Dónde puedes obtener información confiable sobre la mejor manera de cuidar tu cuerpo y tu espíritu?
2. Asegúrate de que tu planta reciba la cantidad correcta de luz.
Conexión: ¿Qué tipo de luz necesita tu cuerpo? (Piensa en la luz del sol). ¿Qué clase de luz necesita tu espíritu? (Piensa en la luz de Cristo).
3. Dale a tu planta la cantidad correcta de agua.
Conexión: ¿Por qué es importante el agua para tu cuerpo? ¿Por qué es importante Jesucristo, el Agua Viva, para tu alma?.
Al igual que tu testimonio, cultivar una planta requiere tiempo; pero con un poco de paciencia y mucho amor, ¡ambos pueden florecer y llegar a ser algo hermoso!
Crecer juntos
Mientras siembras tu semilla y la ayudas a crecer, establece una meta que pueda ayudarte a crecer más saludablemente también. Podría ser algo que nutra tu espíritu o que origine un mejor hábito físico. Cada vez que cuides de tu semilla, ¡comprueba cómo vas con tu meta!.
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