martes, 4 de julio de 2023

SOMOS ENERGÍA

 La sustancia fundamental de la que está compuesto todo nuestro cuerpo ha sido parte del universo por miles de millones de años y aún después de nuestra muerte seguirá siéndolo, tal vez, por toda la eternidad.


Los seres humanos, somos mucho más que humanos. Cada uno de nosotros es un ser humano que forma parte de la especie humana. De la especie humana que habita en el Planeta Tierra. Del planeta Tierra que orbita junto a otros 7 planetas alrededor del Sol de un sistema solar. De un sistema solar que está en uno de los brazos espirales de nuestra galaxia Vía Láctea. De la Vía Láctea que nació de un sólo activo creativo, de la creación, hace muchísimos miles de millones de años atrás: el Big Bang.



El hidrógeno de las moléculas de agua en nuestro cuerpo se formó en el Big Bang, tiene   trece mil ochocientos veinte millones de años de edad. Aunque parezca increíble, nosotros somos parte íntima de esta historia desde sus comienzos”. Esto nos confirma que somos una porción, un fractal, un brote del universo y la creación. Por lo tanto, cada uno de nosotros, tiene la misma capacidad creativa que la creación. Porque somos hijos de la creación. Nacimos de ese acto creativo de expansión. Está en nuestra biología y en nuestra esencia crear.

Una de las primeras cosas que tenemos que tener en cuenta para conectar con esa capacidad creativa que todos los seres humanos tenemos, es ser conscientes de que somos energía. Porque al ser conscientes de eso, nos conectamos con el verdadero flujo vital, con esa vitalidad que trasciende el límite corporal, emocional y racional. Esa vitalidad que surge de la energía de nuestros átomos que están conectados con la energía del universo. Tal como dice el biólogo celular Bruce Lipton en su libro “Efecto Luna de Miel”: “Los átomos están compuestos por vértices de energía. Eso significa que las moléculas, que están compuestas por átomos, son también vértices de energía; y por último, los seres humanos, todos compuestos por billones de células, son… vértices de energía

Sabiendo esto, entendemos que el verdadero acto de crear proviene de la conexión directa entre nuestra energía individual y esa energía universal que nos conecta con el todo. Cuando creamos desde ese lugar, creamos desde la creación universal en un acto creativo individual que aporta a la evolución humana y cósmica porque estamos sintonizados con el todo. Así, nos convertimos en un puente que conecta la energía de la Tierra con la del universo.

Esa energía universal que nos permite conectar con lo esencial está permanentemente presente en nuestro contacto con la naturaleza. Los bosques, la montaña, el mar, los valles, el desierto y cada paisaje natural es un portal de conexión con esa energía de naturaleza individual y universal de la creación. La naturaleza es la reina creativa de la Tierra. Gracias a ella y sus procesos podemos conectar con nuestra propia creatividad para entender e integrar el verdadero flujo de la vida cósmica, natural y humana.


Cuando tocamos una hojita, olemos una flor, abrazamos un árbol o nos bañamos en un río lo que estamos haciendo es entrar en contacto directo con la energía que nos interconecta a todos los seres vivos. Por eso, nos permite regenerarnos y armonizarnos. Como dice Beethoven: “Los bosques, los árboles y las rocas le dan al hombre la resonancia que necesita”. Nuestro entorno natural está lleno de seres vivos, de pura energía viva creativa, cuando vamos a la naturaleza nos conectamos directamente con esa creación que despierta intensamente el impulso creativo vital individual.

Dicho todo esto, si somos creación, energía y naturaleza podríamos definirnos como seres de naturaleza y energía creativa. Esto significa que en esencia y desde nuestra propia naturaleza y energía es desde donde podemos realmente conectar con la creatividad que proviene del verdadero flujo vital. Para esto, es importante tomar consciencia. Tomar consciencia de cosas simples, como que somos igual a un liquen de 2000 años que vive en un bosque prístino. También de cosas profundas, como que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana y que nuestros actos creativos influyen en la energía universal que nos envuelve a todos, porque estamos interconectados por una gran red de conexión viva.


Esa toma de consciencia se hace a través de los procesos internos. A través de un proceso de profunda conexión individual que tenemos que hacer cada uno de nosotros con nuestro propio corazón. Con nuestro corazón porque ahí reside la energía del amor que nos permite unificar el flujo de energía entre creación (Universo), ser humano (puente conector) y naturaleza (Tierra) para crear desde la conexión con la unidad.



Ser conscientes de que los átomos de nuestro cuerpo alguna vez fueron parte de una estrella inevitablemente nos hace reformular nuestro lugar en el universo y lo extraordinario de la naturaleza humana: no solo existimos en este universo, el universo también existe en nosotros.

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